(No) estáis en mis memorias

           Bien es cierto decir que no hay nada como el deseo de olvidar algo para hacerte recordarlo a cada momento, pero me inclino más a que no hay nada como la falta de interés para hacer que no recuerdes algo lo más mínimo.
Toda persona tiene recuerdos de su infancia, algunos se verán turbios como una persona en la niebla, vívidos como una obra de Gaudí, o alegres como niños que salen a jugar después de que se aclare el cielo tras una mañana lluviosa. El responsable de filtrar estos recuerdos según su importancia es el cerebro. Éste se encarga de seleccionar y eliminar los momentos pasados en "importantes" y "no tan importantes", siendo los primeros los que más nos afectaron en nuestra personalidad y nos ayudaron a forjarla; y los segundos los banales que ocuparán un lugar remoto en la memoria o incluso los tiramos en la basura del olvido.
Al igual que hace con los recuerdos, las personas que pasaron o que están pasando por nuestras vidas también son guardadas en nuestra base de datos, una tarea que no es fácil y necesita especial atención. Habrá personas que nos hayan marcado e influido tanto a forjar nuestra personalidad, que tirar su recuerdo y dejar de recordarlos sería deshacernos de una parte de nosotros, una parte importante de nuestro pasado; sería como intentar olvidar aquella vez que aprendimos a montar en bici, o nuestro primer beso. Por otra parte, habrá personas que aunque no nos hayan aportado mucho, robaron un poco de nuestro tiempo sin dejar una huella muy profunda. Y aunque estas personas pasaron de largo en nuestra vida, también ayudaron a que seamos quienes somos hoy. Por ejemplo, aunque no nos acordemos de las veces que intentamos atarnos los cordones sin éxito, hoy podemos hacerlo sin ayuda. No recordamos cada intento fallido, pero sí que notamos cómo nos influyeron a ser quienes somos hoy. Son recuerdos olvidados, que al ser habituales en un pasado, les restamos importancia y no los recordamos tan vívidamente como los labios de la persona que besamos por primera vez.
La tarea de categorizar recuerdos es dura, y subjetiva. Por tanto, tal y como hacemos con los recuerdos de nuestro pasado, es importante aprender a guardar a las personas que pasan o están pasando por nuestra vida de una manera inteligente. Por una parte consideraremos importantes aquellas personas que, para bien o para mal, cambiaron o crearon un rasgo de nuestra personalidad e ideología, como cuando entendimos que eran papá y mamá quienes ponían los juguetes debajo del árbol, o cuando entendimos que por mucho que quieras a una persona, si no le interesas, se alejará de ti igualmente, y ese dolor te marcará por mucho tiempo. Por otra parte, habrá personas que aunque no nos aportaron nada, sirvieron de entrenamiento para actuar como actuamos hoy, para entender que hay patrones de comportamiento que siempre se repiten en la sociedad; será como todas esas veces que tuvimos que escribir la letra “f” hasta que finalmente nos salió esa extraña figura, o que tras haber tenido varios polvos vulgares de una noche entendemos que esas personas desaparecerán pronto de nuestra memoria y de nuestra categoría de "importantes" con el tiempo. Y aunque no recordemos nítidamente cada momento que intentamos escribir esa letra, o cada persona que se acostó con nosotros, a día de hoy sabremos escribir fuck you a todos los que desaparecieron sin decir adios. Doy las gracias a todos esos momentos y a todas esas personas, que siempre estarán en mi recuerdo, nítidas o borrosas, importantes o no; soy quien soy gracias a vosotros. Hola.